Por Carlos Vöhringer, director técnico nacional Hogar de Cristo
Nacer y crecer en pobreza impacta negativamente en el bienestar de los niños, niñas y adolescentes, con consecuencias desfavorables para toda la vida. La pobreza y la vulnerabilidad socioeconómica restringen el estímulo de las potencialidades propias de todo ser humano, sobre todo en etapas cruciales para el desarrollo.
Existe un vínculo evidente entre la pobreza y las privaciones del entorno familiar, las que en muchos casos conducen a la aplicación de modalidades alternativas de cuidado, como la internación residencial. Aunque esta es una medida que debe usarse como último recurso, la falta de apoyo del Estado a las familias en situación de pobreza ha contribuido a la institucionalización de niños, niñas y adolescentes gravemente vulnerados en sus derechos, lo que contribuye a su estigmatización y criminalización.
La Convención de los Derechos del Niño destaca como el principal marco jurídico internacional en materia de protección de la infancia y la adolescencia. Fue ratificada por Chile en 1990, sin embargo aún persisten numerosos obstáculos para su implementación plena en el país. La principal carencia es que no contamos con una Ley de Protección Integral o de Garantía de Derechos de la Niñez. Y la pobreza promueve inequidades, lo que aumenta la probabilidad de abusos, violencia, explotación y otras experiencias adversas. Los obstáculos para el desarrollo integral de la población menor de edad son de todo orden: entorno barrial, consumo de drogas o situaciones de violencia en su área de residencia, baja tasa de asistencia al colegio por dificultades económicas y la necesidad de trabajar para generar ingresos.
Las cifras indican que la infancia y la adolescencia en Chile presentan mayores niveles de pobreza en relación con otros tramos etarios, lo que se observa tanto en pobreza por ingresos como multidimensional.
Esta somera mirada sobre la indefensión que resulta del nacer y crecer en pobreza vuelve crucial incorporar el interés superior del niño como principio constitucional, además de fortalecer los mecanismos de protección a través de la identificación de ámbitos relevantes para su desarrollo, como el abuso en los entornos familiares, institucionales y el abandono. El futuro de los niños es hoy y ellos no pueden seguir esperando. Con ese propósito, 9 organizaciones de la sociedad civil acabamos de dejar en manos de los constituyentes propuestas constitucionales claves que garantizan el bienestar de todos los niños, niñas y adolescentes de Chile. Esperamos sean consideradas.
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