La Roja Sub-20, fuera de su propio Mundial por tozudez táctica e incapacidad de su director técnico
Los chicos lucharon en el segundo tiempo, pese a goleada.
Redacción: El Gong
Una derrota anunciada
La Selección Chilena Sub-20 quedó eliminada del Mundial que se disputa en nuestro país, tras caer frente a México por 2-1 en un duelo que reflejó, más que una diferencia de talento, una profunda descoordinación y una lectura errática del juego por parte del técnico Nicolás Córdova.
En un estadio lleno y con una hinchada esperanzada, el equipo nacional volvió a repetir los mismos errores tácticos que lo habían acompañado durante toda la fase de grupos: falta de conexión entre líneas, escasa generación ofensiva y una defensa que nunca encontró equilibrio.
El peso de la dirección técnica
La eliminación duele no solo por el resultado, sino por la sensación de desperdicio. Chile contaba con una generación prometedora, con jugadores de gran proyección, pero el planteamiento conservador y la ausencia de variantes terminaron por sellar su suerte.
Córdova insistió hasta el final con un esquema que nunca funcionó: laterales desconectados, un mediocampo sin recuperación ni salida limpia, y un ataque aislado, sin creatividad ni sorpresa. Su resistencia a modificar el sistema, incluso con el marcador en contra, desató el enojo de hinchas y analistas, que ven en su tozudez la principal causa de la debacle.
México impuso jerarquía
El cuadro azteca, en cambio, mostró oficio, velocidad y disciplina táctica. Supo golpear en los momentos justos y controlar el ritmo del partido ante una Roja que lució perdida. Con una presión alta y una transición rápida, México se llevó merecidamente la clasificación a los cuartos de final, dejando a Chile fuera de su propio Mundial y sumido en una nueva crisis futbolística.
Fracaso institucional y falta de autocrítica
La caída de la Sub-20 no puede analizarse únicamente desde la cancha. Este tropiezo expone los problemas estructurales del fútbol chileno juvenil: procesos interrumpidos, escasa planificación, y una dirección deportiva que parece más preocupada por proteger nombres que por construir proyectos.
La falta de autocrítica tras el pitazo final —con declaraciones evasivas desde el cuerpo técnico y silencio dirigencial— aumenta la frustración de una hinchada que esperaba, al menos, señales de humildad y revisión profunda.
Una generación que no merecía este final
Pese al desorden táctico, hubo destellos individuales que merecen rescatarse: la entrega de Damián Pizarro, la claridad de Assadi en momentos puntuales, y la entrega de una defensa que, pese a los errores de sistema, luchó hasta el final.
Sin embargo, la falta de conducción terminó apagando cualquier intento de reacción. Chile se despide del Mundial Sub-20 con la amarga sensación de haber perdido más por errores propios que por virtudes ajenas.
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