Historiador y literato, Simón Fuentes, se refiere a la obra de Nael Olve, destinada a marcar un antes y un después en estilo y mágico realismo respecto a un territorio sureño de especial connotación, nacional e internacional.
En la previa de salir a circulación el Libro “PUELO MÁGICO, el Río de Habla”, la autora de esta obra Nael Olve, ha estado recibiendo una serie de felicitaciones y complementos literario-periodísticos, lo que implica expectación y aprecio, por un texto que imprime parte de la historia de la Cuenca del Río Pueblo, desde el salvajismo, la colonización, la extrema dificultad de acercarse a la civilización, a través de relatos y testimonios de innegable valor histórico y que, por su valor empírico, termina por ser un libro de presencia perenne, como ningún otro, por sus características, lo puede lograr y que se espera sea sujeto de interés de las autoridades locales y regionales.
Mis queridos amigos y lectores:
El periodista Gustavo Cid Asenjo, mi editor y productor, ha rescatado desde esta historia que tras experiencia vivida en el lugar, por décadas, en lo que tuve alegría y sufrimiento, lo que un día de 2020, decidí llevar a un texto con pretensión de obra literaria, mi pasión desde niña.
Gustavo Cid, ha tenido la gentileza de editar periodísticamente este libro y hoy, próximo a salir de imprenta, ha sacado desde el baúl de los recuerdos e itinerario de Puelo Mágico, lo que de él y de mi condición de escritora, representa un SENTIMIENTO.
Mucho me alegro que en la previa de un próximo lanzamiento oficial, mi editor haya destacado este pieza literaria, correspondiente al historiador y escritor, Simón Fuentes, a quien también agradezco, en esta instancia previa, en la que gracias a mi equipo, lleva a cumplir mi sueño como escritora: una obra literaria con no sólo mi impronta, la de mi editor, equipo y empresa productora, sino que, con el máximo orgullo, exhibir el apoyo y confianza de Ediciones Universidad de La Frontera, a través de sus autoridades, la Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades, en las personas de su decano, Juan Manuel Fierro y el coordinador Editorial y consolidador de este sueño, don Luis Abarzúa.
Simón me interpreta, su escrito siempre me hará feliz, por lo que he querido hacer parte de este sueño, largamente incumplido, pero hoy, más cerca del infinito de la realidad.
Gracias Simón.
Dice mi querido profesor, historiador y escritor:
La Búsqueda de la Memoria en Tiempos de Incertidumbre
“Es bueno saber que estamos hechos de recuerdos”, dice uno de los versos del poeta Rolando Cárdenas. Vista así, la memoria es un fin imprescindible para cualquier grupo humano. Nos permite reconstruir el pasado y volver a nutrirnos de él, otorgándole sentido a nuestra existencia. Tal vez, el único trabajo que nos acompaña a lo largo de nuestros años. Necesario, porque en tiempos de incertezas, nos amenazan los afanes cotidianos que van borrando la diferencia de lo prescindible con lo imprescindible. Ineludible porque, como bien lo señaló el historiador británico Eric Hobsbawm, “estamos inmersos en el pasado, como un pez lo está en el agua, y no podemos escapar de él”.
Nael Olve ya nos tiene acostumbrados, desde que el año 2005 sacara sus relatos familiares en su libro A la Sombra del Olivo. Ahora vuelve por un espacio diametralmente opuesto, aquel que supo observar a la luz de la fogata, bajo noches eternas, en casas de alerce gastadas por la lluvia. Son también sus vivencias de una etapa dulce y dolorosa de su vida.
En este ejercicio intelectual nos invita a viajar por el estuario de Reloncaví y recorrer, como una barca, el proceso de colonización y reparto de tierras que más tarde dará origen a lo que hoy es la comuna de Cochamó y el cajón del río Puelo. Nos propone la reconstrucción no sólo del espacio geográfico sino también del territorio histórico dotándolo de su real contenido, permitiendo que este no sea solo un bello paisaje, sino un espacio con sentido; por tanto, su valor está más allá de lo narrativo. Es un bosquejo de esa lucha del Estado por ejercer su soberanía en una de las últimas fronteras. Cuando colonos y expedicionarios se abrieron paso a sangre, sudor y fuego por uno de los rincones más recientemente ocupados, cuando la lucha por la soberanía nacional jalonaba las relaciones entre Chile y Argentina al amanecer del siglo XX. Las mismas tierras que el geógrafo alemán Hans Steffen inspeccionó estupefacto, comandado por el gobierno chileno.
Relatos, que cual red chilota van tejiendo, la memoria de ese pasado que reclama no ser olvidado. Pero también, posee un valor sociológico al describir la formación de una sociedad, sus luces y sus oscuras sombras, sus aspiraciones. Nos permite reconocer el papel que ejercieron, sobre aquellos hombres y mujeres, las creencias, las tradiciones, los mitos y supersticiones; un imaginario colectivo que trata de dotar de sentido a aquello que les es desconocido, el simple axioma de donde termina el conocimiento comienza la magia. En resumidas cuentas, es una invitación a aproximarse al sur.
Aproximarse al sur, a ese espectáculo que te arrebata el corazón de tanta belleza, donde, y sólo donde, es posible comprender la pequeñez del ser humano. Donde los bosques van a morir precipitados al mismo mar, donde las montañas solo nos hablan de silencio y escondidas de amor las aves proceden a volar, donde los lagos (Tagua, Azul, Las Rocas e Interior) se descuelgan en su torrente de vida y muerte desde la montaña como un tobogán al fin del mundo, en esa Patagonia aún tan desconocida.
Aproximarse al sur, ese universo labrado a pulso, donde los colonos lucharon por arrebatarle algo de su riqueza a la naturaleza como justificación de su existencia. La vieja epopeya del hombre y sus futilidades, en la construcción de un mundo mejor.
Aproximarse al sur, eso es lo que nos plantea Nael Olve en este casi nostálgico libro de relatos. Nostálgico porque nos transporta a un mundo que pendía de las condiciones del tiempo y la naturaleza, donde el barro y el sudor eran la única posibilidad de domesticación. Pero también, un registro más, de entre muchos otros, donde se expresa la lucha entre la civilización y la barbarie, que marca con su sello indeleble el proceso de la modernidad occidental. Donde la vida es ese conjunto de existencias paralelas en medio de la cotidianidad.
Trae esas voces al presente permitiéndonos escucharlas, como un suave diálogo entre amigos junto al fuego, acompañados de un buen mate; entonces se produce la magia y las historias fluyen como las aguas del río.
Presenciamos un relato formado de un conjunto de relatos. Cómo no emocionarse con la vida y las penas de María, su fragilidad y fortaleza, su generosidad, su entrega. Sorprenderse con la vida del “Gringo” que, al final de su amarga existencia y bajo cualquier pronóstico encontró el amor. Compartir, en un sencillo acto de empatía, la impotencia de Emilia. Por mencionar sólo algunos de estos trazos que van redibujando el paisaje. Es asistir al conato de una vida llena de miserias, imposible de no soslayar tras su lectura. Un canto sutil y agreste, como ese paisaje, que llena nuestros ojos y nuestra memoria.
Un texto dinámico de quien vivió y compartió las experiencias vitales de los vecinos de Puelo. De quien supo sacar de esa cotidianidad las morales de la existencia.
Me parece un relato necesario, en tiempos que la dominación de la ciencia y la técnica hace incomprensible la existencia humana. Para reencontrar la bondad y la maldad del hombre. Empaparnos de una historia, como tantas otras historias, donde buenos y malos intercambian los papeles de acuerdo a las vicisitudes que atraviesan.
Agradecer estas páginas que nos permiten detenernos un instante y respirar; y al menos, recordar un puñado de vidas, cuando el ser humano, al parecer, tenía sentido.
SIMÓN FUENTES
Escritor y Profesor de Historia e investigador
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