
Roni Pérez Pizarro. Director Académico
Universidad Central de Chile – Región de Coquimbo
La irrupción de la inteligencia artificial (IA) está transformando aceleradamente diversos ámbitos de la vida social y profesional. La educación no está ajena a este fenómeno, especialmente en el proceso de enseñanza-aprendizaje, donde niñas y niños incorporan cada vez más estas herramientas. Estudios en Chile indican que más del 80% de los/as estudiantes ha tenido algún acercamiento con la IA, y que más de la mitad la ha utilizado para realizar tareas escolares. Este escenario plantea una pregunta inevitable: ¿corre riesgo la profesión de profesor/a frente al avance de la IA?
Más que reemplazar al maestro, la IA está transformando su rol. Herramientas capaces de generar textos, diseñar ejercicios o corregir respuestas se multiplican, lo que lleva a que muchos/as docentes ya las utilicen para sus clases y reducir carga administrativa. Sin embargo, la UNESCO señala que solo un 10 % de los establecimientos supervisa su uso, lo que evidencia falta de políticas claras. La brecha tecnológica y la ausencia de capacitación podrían ampliar las desigualdades. En este contexto, los establecimientos educacionales enfrentan el desafío de no quedar rezagados en el acceso y uso ético de estas tecnologías.
Lejos de ser una amenaza, la IA puede ser una aliada si se integra con sentido pedagógico. Puede automatizar tareas, ofrecer retroalimentación inmediata, personalizar el aprendizaje según el ritmo de cada estudiante, entre otras posibilidades. También permite diseñar experiencias más inclusivas, adaptadas a distintos estilos de aprendizaje y necesidades educativas. Pero para ello se requiere fortalecer la formación inicial y continua de los/as profesores. En Chile, el Ministerio de Ciencia lanzó en 2025 un curso que beneficia a 600 estudiantes de Pedagogía, un paso importante que debe ampliarse a todos los niveles y modalidades. Además, publicó la guía “PotencIA el aprendizaje: IA en educación”.
El riesgo no está en la IA, sino en que el profesorado quede al margen de esta transformación. La inteligencia artificial no reemplazará la empatía, la vocación ni la capacidad humana de educar. En vísperas del Día del Profesor y la Profesora en Chile, es una valiosa oportunidad para reflexionar y reconocerles como protagonistas del cambio tecnológico. La educación del mañana no será sin ellos, sino con ellos: guiando e inspirando con sabiduría, ética y humanidad.
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