NICARAGUA: ¿QUÉ ES SER DE IZQUIERDA HOY EN AMÉRICA LATINA?

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Desde críticas abiertas, hasta declaraciones ambiguas: ¿Qué hay tras las reacciones de la izquierda a lo que ocurre en Nicaragua?

Cinco años se cumplen del inicio de las manifestaciones contra las reformas a la seguridad social en Nicaragua, que dejaron por lo menos 355 muertos y terminaron apuntando contra el régimen de Daniel Ortega. Desde entonces, se ha ido desmoronando sostenidamente la fachada democrática del Gobierno de Managua, hasta desplomarse por completo.

De un «desmantelamiento de la estructura de participación ciudadana en Nicaragua», habla Edipcia Dubón, exdiputada nicaragüense, destituida ilegalmente por el régimen de Ortega. Recuerda que «había represión desde antes, pero era una represión más focalizada». A partir de esos hechos, se fue generalizando: ONG han sido disueltas, representantes de la iglesia, asediados, y múltiples opositores, encarcelados; 222 fueron deportados y 94, despojados de su nacionalidad.

La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los DD.HH. constata en su último informe que Nicaragua ha dado pasos «en dirección opuesta al respeto de los derechos humanos». Muchos países se han sumado a las críticas. Pero, en América Latina, la reacción de los Gobiernos izquierdistas ha sido disímil. Ha habido desde condenas claras hasta silencios o ambigüedades, que dejan una vez más de manifiesto la imposibilidad de hablar de un bloque homogéneo en este sector político.

«Gobiernos indefendibles»

«Son situaciones muy incómodas para la izquierda latinoamericana», dice a DW Diego Raus, profesor de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de Lanús. Afirma que «Nicaragua y Venezuela son dos Gobiernos prácticamente indefendibles, y no solo por las violaciones de derechos humanos, la falta de libertades, las represiones, las persecuciones, sino también porque, incluso en términos económicos, son Gobiernos que desarrollaron un capitalismo muy corrupto».

Para el sociólogo y politólogo argentino, es evidente que en la izquierda oficial de la región «no hay un fervor muy grande por estos Gobiernos», pero muchas veces tampoco crítica directa, «porque condenar a un Gobierno que más o menos se dice de izquierda, sería pasarse al campo de la derecha, que en la política latinoamericana sería Estados Unidos. Entonces, siempre hay un posicionamiento intermedio, muy sutil, que trata de no condenar, pero tampoco apoyar a regímenes que evidentemente no están funcionando bien, sobre todo en términos de derechos humanos, libertades, etc.»

Cuestión de principios

Edipsia Dubón hace notar que «izquierda» es un término muy difuso, y apunta al fondo del asunto: ¿Qué es ser de izquierda hoy en América Latina? «Creo que lo que aquí está cuestionado es si realmente estos regímenes son o no de izquierda, y si es a la izquierda latinoamericana a la que le corresponde cuestionar, o son los demócratas del mundo los que deberían asumir una posición más coherente frente a este tipo de regímenes».

No hay que olvidar que también en la izquierda ha habido críticas claras contra lo que ocurre en Nicaragua, comenzando por las del Gobierno de Gabriel Boric. «Estamos hablando de una persona que actúa desde los principios y no desde el apego sentimental o desde los vínculos personales, o desde los recuerdos, desde las remembranzas», dice a DW la exdiputada nicaragüense.

«Creo que mucho de lo que pasa con la izquierda, que no asume un posicionamiento público frente a lo que ocurre en Nicaragua, está marcado por esa remembranza de la revolución sandinista, que de alguna manera nubla la posibilidad de tomar una posición frente a lo que pasa hoy; el pasado de hace más de 30 años sigue teniendo un peso en la memoria colectiva de la izquierda latinoamericana, que no le permite disociar al Daniel Ortega de entonces del Daniel Ortega de hoy. El Daniel Ortega de hoy es un dictador que ha conculcado todos los derechos del pueblo de Nicaragua y está actuando igual o peor que Somoza», asegura.

El desafío de la izquierda

Raus, por su parte, hace notar que los nuevos Gobiernos de izquierda en la región, como el de Boric, en Chile, o el de Petro, en Colombia, «nacen con otra agenda, con otra cosmovisión» que, además del aspecto económico y social, incluye también cuestiones como la igualdad de género, la defensa del medio ambiente, las libertades y la democracia. Todo esto «les permite ser más frontales con situaciones como la de Cuba y sobre todo la de Nicaragua y Venezuela. Y sus posiciones son mucho más fuertes».

A juicio de Edipsia Dubón, «el caso de Nicaragua plantea el desafío de los valores y principios de la izquierda latinoamericana. No podemos seguir llamando izquierda a quienes actúan como cleptócratas, a quienes se apoderan del Estado y lo convierten en un Estado mafioso, para beneficio de ellos y de sus familias. Ser de izquierda tiene una connotación de principios, que está vinculada a la justicia social».

En estos últimos cinco años, en todo caso, el Gobierno de Nicaragua ha echado por la borda los principios democráticos. Y, para Raus, es más que una traición: «El régimen de Ortega, que terminó desvirtuando todo lo que había sido el sandinismo, es algo grotesco. No es una involución ni una traición política, es algo grotesco».

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