
POR: Juanclaudio García Filún – Vicepresidente Nacional Juventud Evópoli
No es una novedad que la política universitaria atraviesa una crisis de participación y de irrelevancia hace muchos años, parte de su causa, podría pensarse, se debe al aumento de la matrícula estudiantil posterior a la reforma educacional y su paso a la gratuidad, un crecimiento brusco y acelerado de la población estudiantil que planteó un nuevo escenario para las dirigencias estudiantiles, uno en el que debían conectar con grandes masas universitarias. Sin embargo, la sobre ideologización de estos espacios y el desinterés por incidir en ellos son clave para la comprensión de esta problemática.
Los organismos estudiantiles en Chile han gozado de ser, de forma histórica, uno de los conductos más claros de ingreso a la política nacional, claro queda al ver el pasado de las actuales autoridades de gobierno, entre ellos el actual Ministro del Interior Álvaro Elizalde, el Ministro de Economía Nicolás Grau y, sin ir más lejos, el Presidente de la República Gabriel Boric, quienes participaron en escenarios políticos clave, como lo fueron las manifestaciones estudiantiles del año 2011, durante la llamada “Revolución pinguina”, y que concluyeron en reformas históricas como la Ley corta de Gratuidad Universitaria y la posterior Ley de Educación Superior promulgadas por el entonces gobierno de Michelle Bachelet. Como resultado, en 2016, 45.808 nuevos estudiantes accedieron a la educación superior gracias a la gratuidad.
Sin lugar a dudas este nuevo panorama dio un vuelco para las acciones universitarias, que veían una de sus más grandes luchas ser resuelta por la implementación progresiva de la gratuidad en Chile, y que planteaba para las dirigencias estudiantiles un trabajo de conexión con sus bases mucho más exhaustivo, uno que no buscara explotar más la dimensión política, sino que buscara adaptarse a esta nueva realidad, poniendo en práctica mecanismos que permitieran ver la labor de la representación estudiantil como parte integral de la vida universitaria, que sin embargo no sucedió.
La crisis de participación en casas de estudio tradicionales es palpable. La FECh se encuentra desde hace años en un camino sin salida para validar sus elecciones, o situaciones como la de la Universidad Católica del Norte, con una mesa interina permanente incapaz de generar llamados a elección fructíferos que permitan a su comunidad gozar de directivas completamente representativas. Estas realidades se cimentan en la falta de participación estudiantil y la falta de interés e involucramiento en la política universitaria, que terminan por erosionar los sistemas democráticos y, en consecuencia, en la falta de líderes representativos que lideren procesos de cambio profundos en sus casas de estudio.
¿A qué se debe esta falta de interés y participación? A una sobre ideologización de estos espacios. El uso de las representaciones estudiantiles como medios de acceso a la política nacional ha marcado pauta en las universidades. El uso indiscriminado de cargos de elección popular como meros trampolines e instrumentos de visibilización ha deteriorado la visión de estos órganos como espacios de diálogo y negociación de las problemáticas estudiantiles fundamentales, y de la validez que cobran en situaciones de crisis como lo viven actualmente estudiantes de la Universidad de la Frontera, que lidian una de sus mayores crisis financieras de forma histórica.
Claro queda cuando vemos la histórica victoria de colectivos estudiantiles de centro derecha como Solidaridad en la Universidad Católica, que lograron vencer a una lista de izquierda dura como Amanecer, o candidaturas lejanas a la izquierda dominante como lo son la de Borja Yáñez a la Delegatura CONFECh de la Universidad de Chile, que han logrado reanimar un interés por la participación universitaria.
Superar esta crisis de participación dependerá de la capacidad de los representantes universitarios por trabajar en las distintas dimensiones que su labor presenta, no monopolizando la representación estudiantil a los asuntos políticos, sino que demostrando la real capacidad por lograr cambios profundos en sus campus. Esto implica la generación de políticas estudiantiles que vayan en pro de mejorar la convivencia en los espacios de estudio y en la capacidad de gestión de estas dinámicas para la resolución de los conflictos que aquejan a su comunidad y no a sus nichos.
Más noticias
Colegio Germania de Puerto Varas suspende clases tras amenazas de muerte a profesores
TENS de postas insulares en Chiloé participan de Jornada “Saludablemente y Equidad Rural”
Seremi Danitza Ortiz saluda a locutores y locutoras radiales en su día