Por : Silvia Peña Pinilla Periodista de El Mostrador.
Con 22 escaños en el Consejo Constitucional y más de 35% de los votos, el Partido Republicano se convirtió en el triunfador de la jornada. Una gran paradoja, porque desde un principio la colectividad declaró no estar de acuerdo con el proceso constituyente ni con una nueva Constitución. Para los analistas este escenario redefine la composición política del país en tres nuevos tercios: derecha, centroderecha e izquierda. Y el candidato perdedor de la última elección presidencial se adueña del liderazgo de la oposición en menos de dos años, a través de una tienda política formada recientemente. “Así, en la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, se reivindica un partido que alaba la herencia pinochetista y propone mantener la Constitución de Jaime Guzmán”, señala un analista.
Desde que comenzaron a escrutarse las primeras mesas en la Región de Magallanes, que daban como más votado al Partido Republicano, las banderas chilenas empezaron a tomarse el frontis y parte del hall de la sede de la colectividad en Las Condes. Unas horas antes declaraban que se daban por pagados si alcanzaban seis escaños dentro del Consejo Constitucional. Con 22, ni que decir. Un triunfo en todo sentido, en especial para una tienda política que dijo a todas voces que no le interesaba una nueva Constitución. Y el discurso triunfal de José Antonio Kast fue fiel a esa premisa, ignorando el tema constituyente y reforzando frases presidenciales como “hoy han triunfado las ideas del sentido común… Es el primer día de un nuevo comienzo para Chile…”.
“Y es que a nadie le interesa la Constitución”, sostiene el analista consultor y doctor en Ciencias Políticas por La Sorbonne Nouvelle, Cristián Zamorano.
Hasta ahora el Partido Republicano y el Partido de la Gente compartían ciertas características. “Ambos se podían transformar en un partido de caudillos, como lo fue en su momento el PRO, que tienden a durar poco en el tiempo o pueden institucionalizarse y transformarse en una fuerza electoral en sí misma, y eso definió el resultado electoral de hoy”, explica, por su parte, el académico y cientista político de la Universidad de Talca, Mario Herrera.
La estrategia
El Partido Republicano fue fundado en junio de 2019 por exmilitantes de la UDI y sectores independientes de derecha. Definido como de ultraderecha, populista, pinochetista, entre las “dificultades internas” tiene las de lidiar con algunos militantes “demasiado voluntariosos” o algunos outsiders ligados a él, como Teresa Marinovic, Johannes Kaiser y el exmilitante Gonzalo de la Carrera. Y también con grupos que están aún más a la derecha, como el Team Patriota. Así y todo, en casi cuatro años ha logrado alzarse como la primera fuerza política del país.
Y es que desde concluida la pasada segunda vuelta presidencial, comenzaron con un trabajo constante y algo silencioso. La estrategia fue potenciar a los candidatos de su sector a través de José Antonio Kast.
“Si se analizan las redes sociales, lo que uno observa es que todas las candidaturas están atadas a la figura de Kast. Él retuitea, los presenta, los acompaña en cada video de las redes sociales. El desafío era acortar la brecha que se produjo en la última elección entre el 11% de votos que obtuvieron los diputados y el 27% que sacó su candidato presidencial. Esa tarea se cumplió con holgura. Ahora queda trabajar por que no sea un partido de una sola figura, sino un partido con presencia territorial en todo el país, con candidatos en las distintas elecciones. Eso explica por qué fue a esta elección si estaba en contra del proceso. La apuesta es que en una próxima elección tenga un proyecto territorial fuerte para que se devuelvan los votos hacia Kast en la siguiente elección”, plantea Mario Herrera.
“La fórmula que conquistó a tantos chilenos fue centrarse, más que en temas generales –como lo hizo Chile Seguro–, en potenciar nombres, pensando en que esta es una elección que no genera mucho interés y que la gente necesita un nombre para ir a votar. Sabían que la gente del Rechazo genuinamente de derecha votaría Republicano; lo que ellos buscaron es al otro electorado de derecha: el que no estuvo interesado en los últimos procesos electorales”, afirma Herrera.
En este contexto, las municipales y las elecciones de gobernadores del 2024 son el próximo paso.
“Es una especie de péndulo: llevar votos desde Kast hacia el partido, hacerlo crecer y devolverlo a Kast en algo más de un año. Si eso no sucede, Kast está destinado al camino que tomó ME-O y otros caudillos que no fueron capaces de consolidad su base de votación”, puntualiza el académico Mario Herrera.
La verdadera derecha
La extrema derecha –a cuyos miembros no les gusta que los llamen así y se dicen la verdadera derecha– vive un auge a nivel mundial, ya se vio con Trump y Bolsonaro, o en Europa con los casos de Italia, Suecia, Francia, España y hasta en Finlandia. Hay una voluntad de cierto electorado, cada vez más importante, de llevar al poder a esa opción política.
“Lo que llama la atención de Republicanos es que todos los temas que pusieron durante la campaña electoral presidencial se confirmaron: migración, seguridad, derrumbe económico, por tanto, hoy son el centro de gravedad de la política, lo queramos o no. Ellos plantearon temas que hoy están en el top de las preocupaciones de la población. De algún modo, el desempeño del Gobierno tiene mucho que ver con la confirmación de lo que decía Kast en la campaña. Hoy en día hace que esas palabras tengan más realidad, porque el pueblo se siente interpretado por esa derecha y sus posturas”, sostiene Cristián Zamorano.
Aunque, en todo caso, parece haber una contradicción entre lo que “la gente” dice y lo que de verdad quiere. “Kast representa a una derecha dura, heredera de Pinochet, pero nunca menciona el nombre del dictador ni se reconoce pinochetista. Se hace intérprete de la plebe a través de problemáticas cotidianas: seguridad, economía, migración, pensiones. Y esos temas no pasan por la Constitución. Ellos comunicaron algo que no va ligado al proceso constituyente. Son fieles a sus ideas. Lo más terrible es que en la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado se reivindica un partido que alaba la herencia pinochetista y además, en este segundo intento constitucional, podemos quedarnos con la Constitución de Jaime Guzmán, o sea, la consagración de la herencia institucional de la dictadura de Augusto Pinochet. Este discurso que se ha alzado no solidario e individualista”, subraya Zamorano.
Agrega que en Ciencias Políticas existe la corriente institucionalista que afirma que los ciudadanos son fruto de las instituciones que los rigen. “La institución chilena ha formado a un ciudadano que está satisfecho con el sistema de capitalización de su propia jubilación, un sistema de salud privado y público no tan bueno, una educación privada y pública. No importa mucho más, ya se acomodó. El estallido hizo que hubiera una discusión sobre ello, pero después se desvaneció. Al fin y al cabo, el chileno quiere mantener el statu quo, por eso los conservadores están resurgiendo, porque conservan el orden. El gran drama de Chile es que no hemos salido –porque no ha habido otra figura, un contrapeso– de la herencia intelectual e institucional de Jaime Guzmán. No hay ninguna propuesta que se oponga y la derrumbe”, sentencia el analista.
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