¿Seguimos aprendiendo desde la virtualidad o volvemos a la presencialidad?, ¿cuál es la opción más pertinente?, ¿estamos preparados para seguir aprendiendo en contextos virtuales?, ¿la presencialidad es la única y mejor forma de aprender?, son los planteamientos que presenta Andrea Cárdenas Altamirano, directora área educación IP- CFT y jefa de la carrera Psicopedagogía en Santo Tomás Puerto Montt.
La aparición del Covid-19 y su fulminante propagación nos tomó por sorpresa, llevando a cambiar nuestra forma de relacionarnos y de aprender. La educación fue uno de los sectores más afectados, debiendo dar paso a la virtualidad, para la cual muchísimos docentes y estudiantes no estaban preparados; ya sea por conectividad, capacidad de adaptación, soportes tecnológicos, metodologías, etc.
En Chile, a pesar de ser uno de los países de Latinoamérica más interconectados y con un alto uso de aplicaciones digitales, la pandemia vino a demostrar que no se tienen las suficientes competencias para un uso educativo. El que podamos acceder a la información a través de Internet y participar en contextos virtuales no asegura la adquisición de aprendizajes. Esto se debe, por un lado, a que la conectividad a Internet no esta garantizada para toda la población, ya que esta es variable en relación con la cantidad y calidad, según la zona geográfica en que te encuentres y de los recursos económicos con que cuentes.
Experiencias de aprendizaje significativo
Si vamos a trabajar en un contexto virtual es vital presentar experiencias de aprendizaje significativas que permitan al estudiante construir el conocimiento y para ello es necesario conectar los conocimientos nuevos con los previos, por lo que se hace imprescindible presentar estos conocimientos al estudiante de manera coherente y no arbitraria. Sánchez-Calvo (2014) plantea, la función del docente es engarzar los procesos de construcción del estudiante con el saber colectivo culturalmente organizado y en relación directa con su contexto social.
Los espacios virtuales de aprendizaje deben ser un medio para pensar y aprender, no solamente para intercambiar documentos y comunicarse de manera asincrónica. Las actividades que se diseñen para un entorno virtual deben estimular la construcción del conocimiento en el estudiante para que sean eficaces. La mediación entre el profesor y los estudiantes es de gran importancia en este tipo de enseñanza ya que el sentimiento de pertenencia, la generación de un vínculo afectivo y la cercanía son factores que influyen en la motivación de quien aprende.
Desafíos de una nueva presencialidad
Al enfrentar este nuevo año académico, donde la pandemia sigue estando presente y se ve la posibilidad de regresar a la presencialidad no se debería dejar a un lado lo que se ha aprendido en las clases virtuales, al contrario, los establecimientos educacionales deberían enriquecer el proceso formativo con las diversas metodologías que se utilizan en la virtualidad para hacer más atractiva la presencialidad.
Este año de grandes cambios, deben verse reflejados en las actividades presenciales. No podemos volver a la presencialidad haciendo lo mismo de antes. Nos vimos obligados a cambiar nuestra forma de aprender y enseñar, por lo mismo aprovechemos esta experiencia para convertir las aulas en espacios de aprendizaje atractivos para los niños(as) y jóvenes de nuestro país.
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