La tarde se desenvolvía plácidamente paso a paso para llegar a la hora azul previa al anochecer. Unas esquivas nubes cubrían parte del Cerro La Virgen que acompaña el horizonte poniente de la ciudad de Talca, como suele ocurrir en las asoleadas tardes de invierno.
Pero se transformaría en una noche como ninguna otra, especialmente para María Soledad Opazo, una joven madre que se le ocurrió caminar por la berma del camino que une a la carretera 5 sur y la ciudad, pasando frente al campus de la Utal (Universidad de Talca), casi al llegar hacia el sur se encuentra el puente llamado La Calchona. Hoy un lugar trágico.
Todos sabemos que los muchachos aman divertirse y que la diversión es parte de la juventud, y al mencionarlo, no se ve en ello absolutamente nada grave, nada notable, todo normal. La abrieron como a un cerdo en una planta procesadora.
Así, el 24 de junio de 1989 ese puente se llenó de sangre y horror. Esta joven fue violentada sexualmente por varios muchachones talquinos quienes no felices con esa parte de la diversión, optaron, decidieron, matarla introduciéndole un cuchillo en su abusada vagina y cortándole su cuerpo hasta el cuello. Lo reitero.
Un acto de tal crueldad y ensañamiento inhumano que nadie, hasta hoy, tiene una explicación del motivo y la intención de una brutalidad semejante.
Esto impactó a la ciudad completa, y no solamente destruyó la vida de la joven madre que dejaron botada bajo el puente, sino a toda una familia que nunca se ha podido sacar de su mente este crimen.
A los pocos días, la PDI mostró “a los culpables” que nunca lo fueron, y gracias al trabajo del abogado Roberto Celedón se demostró la total inocencia de los imputados y los profundos niveles de corrupción de los cuadros policiales de la ciudad, donde ha quedado establecido que los autores, hoy sueltos, son “jóvenes bien” de la sociedad talquina, quienes bajo la influencia del alcohol y la amoralidad se pasean hoy campantes por las calles de Talca. La madre de uno de los imputados demostró que esa noche su hijo estaba hospitalizado por una cirugía de apendicitis.
Todos saben quienes fueron, pero nadie lo dice.
El diario local de la época “El Centro” cubrió la noticia, y su director, el periodista Daniel Ortíz llenó páginas y ediciones con el tema. Las ventas del periódico se dispararon, pero nada concreto se aportó.
En algún momento se rumoreó que el periodista fue amenazado de muerte y se dice que Carabineros envió desde Santiago un grupo para proteger su vida. ¿Protegerlo de quién?
Nunca se supo.
Alguno de los culpables, se dice, son hoy empresarios en la ciudad, otros, distinguidos miembros de una sociedad podrida.
Se nombró un Ministro en Visita, el Ministro Rodrigo Biel Melgarejo, de la Ilma. Corte de Apelaciones de Talca. Su trabajo no rindió frutos y acumuló un expediente que había que moverlo en un carro. Miles de fojas, miles de páginas, centenar de citados y declaraciones.
Absolutamente nada se logró, todo chocó con un muro de contención enorme y sólido. Los muros que construyen el dinero. Todos dieron vueltas en círculo.
Todos los expedientes y todas las carpetas se cerraron, el crimen ante la Ley prescribió, pero no en la conciencia, o lo que queda de ella.
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