Tecnología con propósito: interoperabilidad e IA para una atención más humana

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Por: Raúl González, director Comercial y Clientes para Hispanoamérica en InterSystems.

Chile está en un punto de inflexión, con la entrada en vigencia de la Ley de Interoperabilidad de Fichas Clínicas y el avance de tecnologías como la inteligencia artificial (IA), se abren nuevas oportunidades para transformar la atención sanitaria. Por primera vez, el país cuenta con una hoja de ruta legal y tecnológica para dejar atrás la fragmentación de los datos clínicos y avanzar hacia un sistema más conectado, eficiente y centrado en las personas.

Según el informe del Ministerio de Salud “Glosa 06-2024 Cuarto Trimestre Lista de Espera No GES y Garantías de Oportunidad GES Retrasadas – Ley de Presupuesto N° 21.640”, más de 2,5 millones de personas están actualmente en lista de espera, mientras que las garantías GES retrasadas superan las 77 mil. En solo un año, las cirugías pendientes aumentaron casi un 17% y las consultas de especialidad un 8%. Este crecimiento sostenido refleja una presión estructural que va más allá de los recursos físicos, también tiene que ver con cómo gestionamos la información clínica y coordinamos la atención entre niveles y prestadores.

Uno de los principales cuellos de botella es la fragmentación de los sistemas de información en salud. Hoy, los distintos prestadores —públicos y privados— operan con plataformas que no se comunican entre sí, lo que obliga a duplicar exámenes, trasladar antecedentes en papel y tomar decisiones clínicas sin acceso completo a la historia del paciente. Esta desconexión no solo genera ineficiencias, sino también riesgos. Debemos avanzar hacia un modelo interoperable, pero ¿cómo dar ese paso sin dejar a nadie atrás?

En UCHealth, una red hospitalaria en Estados Unidos, la incorporación de nuevos roles para apoyar el uso de los sistemas digitales —junto con una estrategia de integración de datos— permitió reducir cerca del un 60% las alertas de emergencia innecesarias y liberar hasta 10 horas por turno en los equipos de enfermería. El resultado fue más tiempo para los pacientes, decisiones clínicas mejor informadas y mayor eficiencia operativa. Aunque el contexto chileno es distinto, el principio es claro: usar la tecnología con propósito, al servicio de una atención más humana.

La interoperabilidad es el punto de partida, pero la IA puede ser el acelerador que necesitamos. Hoy contamos con herramientas capaces de procesar grandes volúmenes de información en segundos, identificar patrones clínicos y ayudar a priorizar la atención según niveles de riesgo. Si las usamos bien, podemos reducir las brechas, anticiparnos a complicaciones y optimizar el tiempo del personal de salud. Pero para que ese potencial se traduzca en beneficios concretos, precisamos de datos confiables, sistemas bien integrados y equipos capacitados para operar en entornos digitales.

En ese sentido, me parece fundamental que la transformación no solo sea tecnológica, sino que cultural. Dar funcionamiento a un sistema de salud más inteligente, colaborativo y justo no depende exclusivamente de marcos normativos, implica un compromiso activo por parte de quienes diseñamos, operamos, lideramos e impulsamos cambios. La interoperabilidad y la inteligencia artificial ya están disponibles, pero su impacto solo será visible si logramos integrarlas de forma efectiva en la práctica diaria, con mirada sistémica y propósito claro.

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