Más de 20.000 personas han muerto y decenas de miles han resultado heridas después de que un terremoto de magnitud 7,8 sacudiera Turquía y Siria el lunes, según las autoridades.
Los equipos de rescate están buscando sobrevivientes entre los miles de edificios derrumbados en medio de condiciones climáticas heladas después de que más de 125 réplicas azotaran la región.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, admitió «deficiencias» en la respuesta del estado al desastre, pero insistió en que la situación ahora estaba «bajo control».
Mientras tanto, las sanciones occidentales están complicando los esfuerzos para entregar ayuda a Siria y los activistas temen que el régimen de Damasco pueda obstaculizar la ayuda a las víctimas en las áreas controladas por los rebeldes.
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