Sólo la Universidad de Santiago de Chile (USACh) respondió el requerimiento. Parlamentarios desestimaron críticas realizadas por un grupo de la cátedra Amanda Labarca.
Los diputados Cristóbal Urruticoechea (Republicanos) y Harry Jürgensen, oficiaron a las autoridades de las universidades De Chile y De Santiago (Usach) -ambos establecimientos estatales-, con el fin de que informaran acerca de sus programas relacionados con ideología de género y feminismo, entre otros.
En los documentos, enviados en julio pasado, los parlamentarios solicitan que se les comunique “cuántos cursos, centros, programas y planes de estudio se refieren a temáticas relacionadas con estudios de género, ideología de género, perspectiva de género, diversidad sexual y feminismo, detallando sus principales características e individualizando a los funcionarios o docentes que están a cargo de ellos”.
Mientras que la segunda solicitud es que informen “cuántos recursos destina anualmente la universidad para financiar los cursos, centros, programas y planes de estudio que se refieren a temáticas relacionadas con estudios de género, ideología de género, perspectiva de género, diversidad sexual y feminismo”.
Ante esta solicitud, sólo la USACh respondió de manera oficial, con una decena de ramos impartidos con orientación de ideología de género en sus distintas facultades, desde la cátedra de Periodismo a Ingeniería Comercial.
Respecto de los estudios de postgrado, la directora del Instituto de Estudios Avanzados, Patricia Pallavicini contestó que en la entidad imparte algunos programas que se focalizan en temáticas de género de manera exclusiva, y otros lo abordan algunos módulos, pero dijo que: “Sin perjuicio de ello, se trabaja desde una perspectiva de transversalidad de género en las distintas actividades formativas, esto es, desde una mirada crítica, interseccional e inclusiva, como también procuramos ajustarnos a las orientaciones institucionales en la materia y a las directrices internacionales. Esto debe diferenciarse de la ideología de género, no utilizamos esta denominación en la investigación académica en este campo”, aseguró.
De acuerdo a lo informado por la casa de estudios, anualmente se destinan más de 20 millones de pesos en este tipo de cursos, entre pagos de honorarios a profesores, administración, remuneraciones del personal y publicidad de estos cursos, entre otras materias.
REACCIONES
Frente a la respuesta oficial de la casa de estudios, el diputado Urruticoechea dijo que: “Nuestro objetivo es fiscalizar a las instituciones públicas que imparten esta ideología que finalmente termina permeando a la sociedad y consideramos que es dañina, que presenta un sesgo que impide el desarrollo integral del alumno. Debemos erradicar de las aulas cualquier prejuicio y connotación ideológica que impida el libre desarrollo de los estudiantes. Además, tenemos el derecho de fiscalizar los recursos públicos”.
En tanto, un grupo de profesores de la Universidad de Chile, pertenecientes a la cátedra Amanda Labarca de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones, la Dirección de Igualdad de Género de la Universidad de Chile, y otros organismos, reaccionaron ante la fiscalización, rechazándola y acusando “una suerte de inquisición, censura y vulneración a la libertad de cátedra”, por parte de los parlamentarios.
Respecto a esto, el diputado Harry Jürgensen manifestó que: “En el rol fiscalizador que tenemos los diputados nos interesa saber, entre otras cosas, cómo y en qué se utilizan los recursos públicos, por lo que en distintas situaciones hemos oficiado a Municipalidades, Ministerios, Servicios, entre otros.
El legislador lamentó la actitud defensiva que ha tomado la Universidad de Chile, tratando de coartar nuestro actuar como representantes de la ciudadanía democráticamente electos, más aún cuando lo único que se solicitaba era información respecto de programas y costo, sin realizar juicio alguno. La educación, en especial estatal, tiene que estar abierta a las distintas posturas, con espacios para de diálogo, sin embargo pareciera que en esta casa de estudio no hay espacio de discusión ni tolerancia, sino más bien de censura para quienes pueden tener una visión distinta“.
Ante esta situación, Urruticoechea dijo que los académicos “mienten, ni censura ni homofobia. Victimizarse es propio de esta ideología sectaria y totalitaria, ideología que pretende secuestrar el lenguaje, destruir todo a su paso (a través de su militancia callejera), quebrar todo tipo de costumbres y abitos para revelarse ante lo que llaman tradición hetero-capitalista, que no es otra cosa que la destrucción del vínculo padres/hijos, la destruccion de la relación heterosexual, la destrucción de la familia, su fin más codiciado”.
“Para esto es esencial (entre otras cosas) secuestrar la cátedra, dominar la academia y monopolizar las artes. ¿Por qué tanto miedo y repugnancia a un oficio que sólo busca saber el por qué, el cómo y cuáles son los costos económicos (que le pertenecen a todo un país), que se están usando para adoctrinar a algunos bajo los dogmas de un progresismo revolucionario?”, se preguntó.
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