El Gong revela una profunda secuela desconocida de la tragedia, dramática y de alto riesgo para su familia. Contacto de este medio con su pareja boliviana que vive en Santa Cruz, abre un nuevo capítulo, mezcla de humanidad, realismo o simplemente, como se observa hasta ahora, displicencia de Estado y privados. Conozca algunos de los pormenores de un caso que debe ser abordado, ahora. Cinco infantes, así lo esperan…
Hay hechos que, en la vida de las personas, que marcan un antes y un después, sino que definitivamente generan un profundo y riesgoso drama familiar, no sólo difícil de olvidar, sino que un presente y un futuro desesperante, agobiador e incierto, para las personas más vulnerables de nuestra sociedad: los niños.
Este diario publicó hace algunos días la tragedia aérea que ocurrió en Galvarino, en la región de La Araucanía, en la que combatiendo un incendio forestal, una aeronave capotó perdiendo la vida su piloto, el profesional boliviano Julio Antonio Palacios Gómez.
El piloto, recibió el reconocimiento de la autoridad chilena, ante su valor y apoyo, para aportar con su experiencia en controlar el fuego arrasador, desde el aire. También hubo condolencias públicas.
Pero no es todo.
Hay secuelas graves, insospechadas tras la muerte de Julio que El Gong, pudo conocer y ahora, poder revelar, de forma exclusiva, publicación que no sólo tiene una connotación periodística, sino que también, profundamente humana, lo que es el epicentro de la nota que difundimos, tras haber hecho las correspondientes verificaciones y dialogar con quien parece hoy como la principal afectada, a quien la burocracia o el desinterés de autoridades públicas y privadas, no han escuchado ni atendido lo que son sus legítimas demandas, que en su estilo, que percibimos, son ponderadas, certeras y justas, pero, lamentablemente, ignoradas.
No hacemos juicios de valor, de momento, sólo junto con exponer la situación, como profesionales, pero especialmente como seres humanos, revelamos a modo de interpelación, para quienes guardan silencio o no activan protocolos de ayuda, ante una situación de tremendo agobio, en la que está el presente y el futuro de 5 niños, en la orfandad más absoluta.
El CASO
El piloto, Julio Palacios (53), inició hace 18 años una relación, al parecer extramarital, con la joven Vivian Aguilar Zabala, hoy de 33 años. Ininterrumpidamente el enlace como pareja, se mantuvo hasta el fallecimiento del piloto que dio su vida por la gente afectada por los incendios.
Julio y Vivian, tuvieron 5 hijos de esta relación. Su hija mayor de 16 años, los otros niños de 12, 11, 5 y 2 años, lo que está debidamente comprobado por este diario, a través de las actas de nacimiento de los menores, que se exhiben en esta nota.
Para Vivan, con quien tuvimos la oportunidad de conversar y ella confiar en este diario y su director, acerca del caso, Julio fue un buen “marido”. Hicieron un acuerdo verbal de manutención de los niños: Ella se quedaba a cargo de los infantes, los cuidaba, les entregaba su mejor atención como madre y padre, ante la ausencia de este último, por razones laborales.
Tanto es así que Julio, remitía desde Chile a Santa Cruz, generalmente de forma fiel al compromiso, las remesas semanales o mensuales, que retiraba Vivian para vivir junto a sus hijos con dignidad y austeridad.
Julio estuvo con su pareja, Vivian y sus cinco hijos, por ejemplo, en diciembre de 2022. Alojó en la que era su casa y compartió con todos ellos, antes de viajar a Chile, para cumplir misiones con la empresa aeronáutica Helicópteros del Pacífico, que según relata Vivian, tenía contrato con CONAF, la Corporación Nacional Forestal, precisamente, en este 2023, para combatir los incendios.
Pues bien, tras capotar la aeronave en la comuna de Galvarino, Región de La Araucanía, según consignó en su momento El Gong (https://esp.elgong.cl/helicoptero-cae-en-comuna-de-galvarino-mientras-combatia-incendios-forestales/), se inician secuelas graves y dramáticas, nunca consignadas por medios periodísticos, ni debidamente consideradas, tanto por la empresa contratante del piloto boliviano, por CONAF, ni por el Estado chileno, cuyo consulado en Santa Cruz, sólo se limitó a preocuparse de la repatriación del cuerpo del boliviano fallecido, lo que se hizo, según nuestra averiguación, a través de su primera familia, lo que estaría consignado en las actas de matrimonio con una persona que no es Vivian, en la institución homóloga al Registro Civil de Chile.
Vivian, madre de los cinco hijos del piloto Julio Palacios y de quien recibía manutención pactada fuera de tribunales, pero que se cumplía con fidelidad, asegura que “él fue un hombre bueno”, dice la afectada a El Gong, tras la tragedia y ante la naturaleza del pacto hecho, ha quedado en la más absoluta indefensión y ella lo aclara: “Yo siempre, hasta el último día, le creí a Julio. Si yo pretendía trabajar, el me decía “NO, porque prefiero que cuides a nuestros hijos y yo, con mi trabajo, los mantengo”.
Y así fue hasta que su aeronave cayó y él murió. Al día siguiente debía hacer un nuevo depósito, según lo acordado con Vivian.
Agrega su pareja: “Hoy, debo superar mi dolor personal por la pérdida de mi ser querido. Es muy difícil después de 18 años de relación, en las que lo consideré mi esposo y aún estoy en estado de shock. Pero se que debo levantarme porque mis cinco hijos HAN QUEDADO EN LA ORFANDAD MÁS ABSOLUTA. Ellos deben vivir y no tengo los recursos para mantenernos. Gracias a Dios, los vecinos y la enorme cantidad de gente que sabe de nuestra relación nos han estado ayudando con kermeses y gestos solidarios. Pero, señor periodista, que pasará mañana”, nos dice en este diálogo con un tono de angustia, que también angustia a su interlocutor.
Aquí, en esta imagen queda absolutamente claro que el gesto solidario de la comunidad santacruceña, ha sido para la familia Palacios-Aguilar, es decir de la pareja entre Julio y Vivian y sus cinco hijos.
Vivian, ha tratado de comunicarse con la otra familia, pero le ha resultado imposible.
“No tengo rencor en contra de ellos, la señora tiene dos hijos ya profesionales y les deseo lo mejor, pese al trato que me han dado. De ésto no estaba al tanto, ya que vivía mi propio mundo con Julio; fue como vivir en una burbuja. Pero, si Julio, cualquiera haya sido su situación sentimental, entonces, quién suple lo que él aportaba a nuestros hijos; quién nos puede ayudar, no pretendo mendigar; no lo hago sólo por mí, sino que exclusivamente por mis cinco hijos, que han quedado en la MAS ABSOLUTA ORFANDAD. No sólo podrán seguir viviendo del cariño mío, ya que ya les está faltando el sustento de su padre, y lo que es peor, ya no lo tienen. El murió combatiendo en favor de Chile y nadie se ha preocupado de nosotros, sólo ustedes…”
Claramente, según la experiencia del autor de esta nota y este medio, en este caso, debe haber una injerencia rápida, solución al drama por la vía más justa y expedita que el Estado chileno, la empresa contratante y CONAF, deben asumir. Caso contrario, será entendido por este medio y la opinión pública, como una desatención flagrante, burócrata y deshumanizada, lo que, obviamente no se considera como lógica, al menos, en la Declaración Universal de Derechos Humanos, más aún si se trata de niños. El presidente Boric, tiene ese sentido claro de respeto y apoyo a la niñez, por lo que no dudamos que intervenga en este doloroso caso y a través de esta publicación tome el debido y solidario conocimiento y conciencia de esta crítica situación.
POR
GUSTAVO CID ASENJO
PERIODISTA
DIRECTOR-FUNDADOR DE EL GONG.
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