LAS RAZONES DE UNA SIN RAZÓN…

Nuestro articulista, Eduardo Silva de Balboa se querella contra The Clinic, por injurias y calumnias. Una oportunidad, para reflexionar respecto a la libertad de prensa y expresión.


Muchas personas recurren a las redes sociales y sobre todo al Google y otros buscadores de internet para evaluar o conocer a las personas con las que por diversos motivos les toca interactuar en el mundo social y empresarial. Incluso en las Universidades y hasta las instituciones financieras también han ido adoptando esta costumbre, la que tiene muchas luces y sobras.

En primer lugar, todos sabemos que en las páginas de internet se puede escribir cualquier cosa, muchas veces, la libertad se convierte en libertinaje o en simple y en muchas ocasiones perverso, sistema para denostar, acribillar a quien mejor se les parezca.

Páginas y páginas que no tienen jurisdicción, por tanto, tampoco responsabilidad alguna de lo que se escribe y afirma. Junto con las redes sociales surgió la existencia de las “fake news” o noticias falsas o falseadas.

Somos y hemos sido y seguiremos siendo amantes acérrimos de la libertad de expresión y concretamente de la libertad de prensa, premisa sagrada para quienes más por vocación y espíritu libertario, autonomía del alma profesional, practicamos sin sesgos, sectarismo o prejuicios. En ambas, hemos sido partícipes desde nuestras regiones.

Lo anterior, a modo referencial, sin que ello implique inmiscuirnos en estilos, líneas editoriales o afanes de alguna equis naturaleza, para hacer referencia a una carta que nos ha dirigido quién, por espacio de más de 20 años, ha sido una de los más preclaros articulistas del diario digital más antiguo de regiones en el país, www.elgong.cl.

Se trata de la polémica, aunque asertiva, perspicaz e inteligente,  pluma  de un escribidor notable, lo que es de absoluta facilidad descubrir y asimilar: Luis Eduardo Silva de Balboa, respecto de lo cual está basada nuestra relación con él, sin que en esta línea, haya habido alteración capciosa, falsa, -aunque el algunos casos inductiva-, respecto de lo cual tiene la opción, pero no la decisión final. 

En su nota al diario que ha cobijado sus escritos por más de dos décadas, -no circunstancialmente-, Silva de Balboa, junto con anunciar su querella al medio antes mencionado, reflexiona:

“Muchos medios nacen al abrigo de una coyuntura, a veces social o política. El Diario “The Clinic” fue el resultado de una coyuntura dramática para el país. La detención en Londres del Dictador Augusto Pinochet Ugarte, quien justamente fue internado en una clínica privada inglesa llamada “The Clinic”, de ahí un grupo de periodistas chilenos tomaron el nombre en momentos álgidos vividos en esos días donde todo el país se volcó sobre lo que sucedía en esa clínica. Así el diario The Clinic que inició la venta de imágenes y fetiches de lo que estaba sucediendo con Pinochet en Londres y quien arriesgó ser enviado a España para ser juzgado por crímenes de lesa humanidad”.

Asegura Silva de Balboa que ““The Clinic” en Chile inicia una publicación cuyo segmento principal es la injuria encubierta, el publicar fotos burdas y degradantes de personajes públicos del país, tratando sin éxito de emular una afamada revista que se llamó “El Topaze” de muy afilado, sin embargo, de genial humor político. También existió por esos años otra publicación satírica llamada “El Qué Hay”. Sin embargo, The Clínic ha caído frecuentemente en lo grotesco y banal del periodismo chileno. Su fracaso hizo que el grupo original vendiera sus intereses y ahora con nuevos dueños pretenden ser un referente algo distinto, pero el estilo y la marca los condena”.

Independientemente del respeto al medio que Silva de Balboa crítica, nuestro colaborador, no deja de tener razón, si hemos de remitirnos a la historia del periodismo satírico, punzante, ácido, pero, con humor reverencial, 

Pero, Silva de Balboa, no escatima esfuerzos en limpiar su honra y consecuentemente la de su familia, directos afectados de una publicación que afecta, aunque el diario que publicó, haya tenido sus razones, probablemente entendibles, aunque no quede claro el contexto del por qué se haya hecho, gtarea para los tribunales de Justicia.

Dice:

“Muchos rumores hay que The Clinic habría sido comprado por un grupo sionista internacional con raíces en Chile. La señora Lescornez funge como su directora.

El 20 de febrero de 2017 aparece un artículo que pretende ser chistoso o satírico titulado “Los Increíbles Chamullos del Marqués Silva de Balboa” firmado por Daniela Yáñez, una supuesta periodista”.

El reclamante asegura que “el artículo es en sí una total y completa injuria. Una falsa y hedionda injuria de pies a cabeza. También resulta paradojal el ataque contra Silva de Balboa ya que él escribía en The Clinic invitado por su director señor Fernández, sus columnas se llamaban “Casos y Cosas” y versaban sobre temas políticos.

Es curiosa la actitud de Fernández, aunque los alacranes son los reptiles los cuales se atacan a sí mismo hasta morir en el intento”.

E informa que en virtud de lo anterior, se ha interpuesto una Querella por Injurias Graves con publicidad ante el Séptimo Juzgado de Garantía en lo penal RIT 2728-2021, la que ya fue admitida a trámite y ha sido Notificada la actual directora señora Lescornez.

Y en sus párrafos finales, Silva de Balboa, junto con reiterar su ira entrega señales que, estimamos, son dignas de reflexión, más si se considera el caso Sichel, en el mismo medio:

“Resulta curioso que este medio mantenga por años vigente un artículo injurioso sin objeto práctico alguno, es evidente que no constituye noticia ni evento de ninguna relevancia, no creo ser una figura pública en lo absoluto, pertenezco al mundo privado y no postulo a cargo alguno.

¿Cuál es entonces lo que los inspira a mantener una injuria? ¿A quién sirve? 

No creo equivocarnos al afirmar que el segmento periodístico del The Clinic es la injuria, abierta o velada, a través de imágenes o notas de apariencia periodística”.

Los límites y deslindes éticos entre la libertad de prensa y el resguardo del honor y la privacidad a la cual tiene derecho todo ciudadano, es un conflicto conceptual y real muy antiguo. En muchos casos esto queda a cargo de los editores en el mundo de la prensa, quienes deben cautelar por la preservación de estos equilibrios que son de mucha relevancia en cualquier sociedad, en función del bien común, el respeto en lo individual y colectivo y la preservación del fin de objetividad, en medio de la subjetividad de todo ser humano, donde la mofa, la farándula o la expresión opinativa sin contexto, no tienen género periodístico académico. 

Durante nuestra larga vida profesional siempre hemos sido respetuosos y prudentes en esta materia. Nuestro estilo no es otro que la preservación de los valores éticos de nuestra profesión al servicio de las personas, razón por la que hoy nuestros esfuerzos están concentrados en uno de las más graves conculcaciones a nuestra historia republicana, la investigación por cohecho y su correlato de soborno al Presidente de la República, un caso sin precedentes.

No por ello, dejamos de acoger este legítimo sentimiento de malestar de uno de los nuestros, en el estricto marco de una relación profesional que se ha mantenido inalterable por décadas, sin que, jamás, se haya intentado alterar para fines personales de terceros, nuestra línea editorial e impronta periodística.

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